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Génesis 24 - Biblia Sagrada EUNSA


Abraham busca esposa para Isaac

1 [107] Abrahán era anciano, entrado en años, y el Señor le había bendecido en todo.

2 Abrahán dijo al siervo más viejo de su casa, el que administraba todo cuanto tenía: —Pon tu mano bajo mi muslo,

3 que te voy a hacer jurar por el Señor, Dios del cielo y Dios de la tierra, que no buscarás para mi hijo una esposa de las hijas de los cananeos entre los que habito;

4 sino que irás a mi tierra, a mi patria, y buscarás una esposa para mi hijo Isaac.

5 El siervo le contestó: —Bien, pero si la mujer no quiere venir conmigo a esta tierra, ¿he de hacer entonces volver a tu hijo a la tierra de donde saliste?

6 Abrahán le respondió: —Guárdate de llevar allí a mi hijo.

7 El Señor, Dios del cielo, que me sacó de la casa de mi padre y de mi tierra natal, y que me habló y me juró diciendo: «Yo daré esta tierra a tu descendencia», Él enviará a su ángel delante de ti, y encontrarás allí una esposa para mi hijo.

8 Si ella no quiere venir contigo, quedas desligado de este juramento; pero a mi hijo, no le lleves allí.

9 Entonces el siervo puso su mano bajo el muslo de Abrahán y le prestó juramento sobre estas cosas.

10 [108] Después, el siervo tomó diez camellos de su señor, y partió llevando con él todo lo mejor de su señor; se puso en camino y fue a Aram–Naharaim, la ciudad de Najor.

11 Al atardecer, cuando salen las mujeres a recoger agua, hizo arrodillar a los camellos fuera de la ciudad junto al pozo de agua.

12 Y dijo: —Señor, Dios de mi amo Abrahán, te ruego que me asistas hoy, y uses misericordia con mi amo Abrahán.

13 Voy a quedarme junto a la fuente del agua,

14 y cuando las hijas de la gente de la ciudad salgan a sacar agua, entonces, la joven a la que le diga: «Inclina tu cántaro, por favor, para que pueda beber», y ella me responda: «Bebe, y además, voy a abrevar tus camellos», ésa has destinado para tu siervo Isaac. Así conoceré que has usado misericordia con mi amo.

15 Aún no había acabado él de hablar, cuando salió Rebeca, hija de Betuel, el hijo de Milcá, esposa de Najor, hermano de Abrahán, con su cántaro al hombro.

16 La joven era muy hermosa, era virgen y no había conocido varón. Bajó a la fuente, llenó su cántaro y volvió a subir.

17 El siervo corrió a su encuentro y le dijo: —Por favor, déjame beber un poco de agua de tu cántaro.

18 Ella contestó: —Bebe, señor. Y en seguida bajó el cántaro a las manos y le dio de beber.

19 Cuando terminó de darle a él de beber, le dijo: —Voy a sacar agua también para tus camellos, hasta que acaben de beber.

20 Rápidamente vació el cántaro en el abrevadero y fue corriendo al pozo a sacar más, y sacó para todos los camellos.

21 El hombre la miraba en silencio, hasta saber si el Señor había dado éxito a su viaje o no.

22 Cuando los camellos acabaron de beber, el hombre le ofreció un anillo de oro de medio siclo de peso para la nariz, y dos pulseras de oro de diez siclos para los brazos.

23 Y le preguntó: —¿De quién eres hija? Dímelo, por favor. ¿Tendremos sitio en casa de tu padre para pasar la noche?

24 Ella le contestó: —Soy hija de Betuel, el hijo que Milcá dio a Najor.

25 Y añadió: —En casa hay paja, forraje abundante y sitio para pasar la noche.

26 Aquel hombre cayó de rodillas y adoró al Señor,

27 diciendo: —Bendito sea el Señor, Dios de mi amo Abrahán, que no ha cesado de usar misericordia y fidelidad con mi amo; al ponerme en camino, el Señor me ha conducido a casa del hermano de mi amo.

28 La joven echó a correr y contó todo esto en casa de su madre.

29 Rebeca tenía un hermano llamado Labán, el cual salió corriendo hacia el hombre que estaba fuera junto a la fuente.

30 Así pues, al ver el anillo y las pulseras en el brazo de su hermana, y tras oír la explicación de su hermana Rebeca contando lo que le había dicho aquel hombre, fue hasta el hombre que permanecía de pie junto a los camellos cerca de la fuente

31 y le dijo: —Ven, bendito del Señor. ¿Por qué sigues fuera? He preparado la casa y sitio para los camellos.

32 Entonces el hombre entró a la casa. Labán desaparejó los camellos, les echó paja y forraje, y trajo agua para que el hombre y los que le acompañaban se lavasen los pies.

33 Después le preparó de comer; pero aquel hombre dijo: —No comeré hasta que haya expuesto lo que debo decir. Labán le dijo: —Habla.

34 Él empezó diciendo: —Yo soy un siervo de Abrahán.

35 El Señor ha bendecido abundantemente a mi amo y lo ha hecho rico: le ha dado ovejas y vacas, plata y oro, siervos y siervas, camellos y asnos.

36 La mujer de mi amo, Sara, ya en su vejez, le ha dado un hijo al que ha entregado todo cuanto posee.

37 Y mi amo me hizo jurar lo siguiente: «No buscarás esposa para mi hijo entre las hijas de los cananeos, en cuya tierra habito;

38 sino que irás a mi casa paterna, a mi familia, y buscarás una esposa para mi hijo».

39 Y cuando yo le dije a mi amo que pudiera ser que la mujer no viniera conmigo,

40 él me dijo: «El Señor, en cuya presencia he caminado, enviará contigo a su ángel, que dará éxito a tu viaje, y encontrarás para mi hijo una esposa de mi familia y de mi casa paterna.

41 Sólo quedarás desligado de mi juramento cuando hayas llegado a mi familia; aunque no te la den, también quedarás desligado de mi juramento».

42 Cuando he llegado hoy a la fuente he dicho: «Señor, Dios de mi amo Abrahán, si te dignas dar éxito al viaje que he emprendido,

43 mira, yo me coloco junto a la fuente de agua, y a la doncella que suba a sacar agua le diré: “Por favor, dame de beber un poco de agua de tu cántaro”;

44 y si ella me contesta: “Bebe tú, y además sacaré agua para tus camellos”; ésa es la mujer que destina el Señor para el hijo de mi amo».

45 No había terminado de hablar conmigo mismo, cuando salió Rebeca con su cántaro al hombro, bajó a la fuente y sacó agua. Entonces le dije: «Dame de beber, por favor».

46 Y en seguida bajó el cántaro, y me contestó: «Bebe, y además abrevaré tus camellos». Yo bebí y ella abrevó también los camellos.

47 Entonces le pregunté: «¿De quién eres hija?»; y me contestó: «Soy hija de Betuel, el hijo que Milcá dio a Najor». Entonces le puse un anillo en la nariz y pulseras en los brazos.

48 Luego caí de rodillas y adoré al Señor; y bendije al Señor Dios de mi amo Abrahán, porque me había conducido por el camino acertado para encontrar a la hija del hermano de mi amo para su hijo.

49 Ahora, pues, si tenéis a bien usar de misericordia y lealtad hacia mi amo, decídmelo; y si no, decídmelo también, para tirar a derecha o a izquierda.

50 Labán y Betuel le contestaron: —Todo esto viene del Señor, y nosotros no podemos decirte ni bien ni mal.

51 Ante ti está Rebeca, tómala contigo y vete: que sea la esposa del hijo de tu amo, tal como ha dispuesto el Señor.

52 Cuando el siervo de Abrahán escuchó sus palabras, se postró en tierra ante el Señor.

53 Después sacó objetos de plata y de oro, y vestidos, y se los entregó a Rebeca; y también dio valiosos regalos a su hermano y a su madre.

54 Después, él y los hombres que le acompañaban comieron y bebieron, y pasaron allí la noche. Encuentro de Rebeca y de Isaac Cuando a la mañana siguiente se levantaron, dijo: —Permitidme volver a mi amo.

55 Pero el hermano y la madre de Rebeca dijeron: —Que se quede la joven al menos diez días con nosotros, después irá.

56 Él les contestó: —No me hagáis retrasarme, ya que el Señor ha dado éxito a mi viaje; permitidme que vaya a mi amo.

57 [109] Ellos respondieron: —Llamemos a la joven y preguntémosle su parecer.

58 Llamaron a Rebeca y le preguntaron: —¿Quieres ir con este hombre? Ella respondió: —Iré con él.

59 Entonces dejaron partir a su hermana Rebeca y a su nodriza, junto con el siervo de Abrahán y sus hombres.

60 Y bendijeron a Rebeca diciéndole: —Tu eres nuestra hermana, que crezcas por millares y millares, que domine tu descendencia las ciudades de sus enemigos.

61 Rebeca y sus doncellas se levantaron, montaron en los camellos y siguieron al hombre. El siervo tomó consigo a Rebeca y partió.

62 Isaac había vuelto del pozo de Lajay–Roy y habitaba en la región del Négueb.

63 Un atardecer salió Isaac al campo a distraerse, y al alzar la vista vio que venían camellos.

64 También Rebeca alzó la vista y, al ver a Isaac, se bajó del camello

65 y preguntó al siervo: —¿Quién es aquel hombre que viene por el campo a nuestro encuentro? El siervo respondió: —Es mi amo. Entonces ella tomó el velo y se cubrió.

66 [110] El siervo contó a Isaac todo lo que había hecho

67 e Isaac condujo a Rebeca a la tienda de Sara, su madre; la tomó consigo y la hizo su esposa. Isaac la amó, y así se consoló de la muerte de su madre.