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Salmos 90 - Biblia Nueva Versión Internacional 1999


La eternidad de Dios y la transitoriedad del hombre Oración de Moisés, varón de Dios.

1 LIBRO IV Salmos 90-106 Salmo 90 Oración de Moisés, hombre de Dios. Señor, tú has sido nuestro refugio generación tras generación.

2 Desde antes que nacieran los montes y que crearas la tierra y el mundo, desde los tiempos antiguos y hasta los tiempos postreros, tú eres Dios.

3 Tú haces que los hombres vuelvan al polvo, cuando dices: «¡Vuélvanse al polvo, mortales!»

4 Mil años, para ti, son como el día de ayer, que ya pasó; son como unas cuantas horas de la noche.

5 Arrasas a los mortales. Son como un sueño. Nacen por la mañana, como la hierba

6 que al amanecer brota lozana y por la noche ya está marchita y seca.

7 Tu ira en verdad nos consume, tu indignación nos aterra.

8 Ante ti has puesto nuestras iniquidades; a la luz de tu presencia, nuestros pecados secretos.

9 Por causa de tu ira se nos va la vida entera; se esfuman nuestros años como un suspiro.

10 Algunos llegamos hasta los setenta años, quizás alcancemos hasta los ochenta, si las fuerzas nos acompañan. Tantos años de vida,[w] sin embargo, sólo traen pesadas cargas y calamidades: pronto pasan, y con ellos pasamos nosotros.

11 ¿Quién puede comprender el furor de tu enojo? ¡Tu ira es tan grande como el temor que se te debe!

12 Enséñanos a contar bien nuestros días, para que nuestro corazón adquiera sabiduría.

13 ¿Cuándo, Señor, te volverás hacia nosotros? ¡Compadécete ya de tus siervos!

14 Sácianos de tu amor por la mañana, y toda nuestra vida cantaremos de alegría.

15 Días y años nos has afligido, nos has hecho sufrir; ¡devuélvenos ahora ese tiempo en alegría!

16 ¡Sean manifiestas tus obras a tus siervos, y tu esplendor a sus descendientes!

17 Que el favor[x] del Señor nuestro Dios esté sobre nosotros. Confirma en nosotros la obra de nuestras manos; sí, confirma la obra de nuestras manos.