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Proverbios 7 - Biblia Versión Israelita Nazarena 2011


Las artimañas de la ramera

1 Hijo mío, atiende a mis palabras; y atesora contigo mis mandamientos.

2 Guarda mis mandamientos y vivirás, mi enseñanza como la niña de tus ojos.

3 Atatelos en los dedos, escríbelos en la tabla de tu mente.

4 Dile a la sabiduría: “Tú eres mi hermana”, y llama pariente al entendimiento.

5 Ella te guardará de la mujer prohibida; de la mujer extranjera cuya habla es suave.

6 Desde la ventana de mi casa, a través de mi persiana, miré hacia afuera

7 y vi entre los inexpertos, noté entre los jóvenes, a un muchacho falto de sensatez.

8 Iba cruzando la calle cerca de la esquina, caminando hacia su casa

9 en el crepúsculo de la tarde, en las horas oscuras de la noche.

10 Se le acerca una mujer vestida como una ramera, con propósitos fijos.

11 Ella es inquieta y caprichosa; no para en su casa.

12 Se pasa en la esquina y en la plaza, acechando en cada esquina.

13 Ella le echó mano y lo besó; con picardía le dijo:

14 “Tuve que hacer un sacrificio de bienestar; hoy cumplí mis votos.

15 Por eso he salido por ti, buscándote, y te he encontrado.

16 He adornado mi cama con colchas de lino mitsrita teñido;

17 he perfumado mi cama con mirra, áloe y canela.

18 Ven, embriaguémonos de amor hasta la mañana; deleitémonos en un abrazo de amor.

19 Porque el hombre de la casa está lejos; salió a un largo viaje.

20 Se llevó consigo la bolsa de dinero y no volverá hasta mediados de mes.

21 Ella lo convenció con la elocuencia de sus palabras, lo arrastró con su habla zalamera.

22 Sin pensarlo la siguió, como buey al matadero, como necio al lugar de castigo

23 –hasta que la flecha le atraviesa el hígado, es como un pájaro que se apresura hacia la trampa, sin saber que su vida peligra.

24 Ahora, hijos, escúchenme; presten atención a mis palabras;

25 que tu mente no se fije en los caminos de esa; no te extravíes en sus sendas.

26 porque muchos son los que han muerto por ella, y numerosas son sus víctimas.

27 Su casa es un camino ancho a la Fosa, que lleva a los cuartos interiores de la Muerte.