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Proverbios 23 - Biblia Versión Israelita Nazarena 2011


1 Cuando te sientes a cenar con un gobernante, considera bien quién está frente a ti.

2 Pon un cuchillo en tu garganta si tienes mucho apetito.

3 No apetezcas sus manjares, que son alimento falso.

4 No labores para ganar riqueza; ten sentido para desistir.

5 La ves ahora, después se ha ido; echa alas y se va volando, como un águila, hacia el cielo.

6 No comas de la comida de un hombre miserable; no apetezcas sus manjares;

7 él es como el que lleva cuentas; te dice: “Come y bebe”, pero en realidad no tiene esa intención.

8 El bocado que te comas lo vomitarás; desperdiciarás tus palabras corteses.

9 No le hables a un tonto, porque desdeñará tus palabras sensatas.

10 No mudes antiguas piedras de colindancia; no invadas el campo de huérfanos,

11 que ellos tiene un Pariente poderoso, y Él ciertamente defenderá la causa de ellos.

12 Aplica tu mente a la disciplina y tus oídos a dichos sabios.

13 No le niegues disciplina a un niño; si le pegas con una varita no se va a morir.

14 Pégale con una varita y lo salvarás del sepulcro.

15 Hijo mío, si tu mente obtiene sabiduría, mi mente también se alegrará.

16 Me gozaré de todo corazón cuando tus labios hablen lo correcto.

17 No envidies a los pecadores en tu corazón, sino sólo a los respetuosos de Elohim, en todo tiempo,

18 porque entonces tendrás un futuro, y tu esperanza nunca fallará.

19 Escucha, hijo mío, y obtén sabiduría; dirige tu mente por la senda apropiada.

20 No seas de ésos que se empinan el vino, o se hartan de carne;

21 que los bebedores y los glotones se empobrecerán, y la modorra te vestirá de harapos.

22 Oye a tu padre que te engendró; no desdeñes a tu madre cuando sea vieja.

23 Compra la verdad y nunca la vendas, y sabiduría, disciplina, y entendimiento.

24 El padre de un hombre justo se alegrará; el que engendra un hijo sabio se alegrará en él.

25 Tu padre y tu madre se gozarán; la que te dio a luz se alegrará.

26 Dame tu mente, hijo mío; que tus ojos observen mis caminos.

27 Una ramera es un hoyo profundo; una mujer prohibida es un pozo estrecho.

28 Ella también yace al asecho como por presa, y destruye a los infieles entre los hombres.

29 ¿Quién es el que grita: “¡Ay!”? ¿Quién dice: “¡Ay bendito!”? ¿Quién es el que tiene contiendas, quién tiene quejas; quién tiene heridas sin causa; quién es el que tiene ojos nublados?

30 Los que se quedan con el vino hasta altas horas, los que se reúnen para vaciar las copas.

31 No te le quedes mirando a ese vino rojo cuando colorea la copa, cuando fluye suavemente;

32 al final muerde como serpiente; pica como víbora.

33 Tus ojos verán cosas extrañas; tu mente hablará cosas distorsionadas.

34 Serás como uno que se acuesta en una cama en alta mar, como el que se acuesta encima de los aparejos.

35 “Me golpearon, pero no sentí nada; me pegaron, pero no me di cuenta; tan pronto me levante, volveré a buscarlo”.