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Jueces 16 - Biblia Versión Israelita Nazarena 2011


Sansón en Gaza

1 Una vez Shimshón fue a Azah; allí conoció a una ramera y durmió con ella.

2 Los azitas [se enteraron] de que Shimshón había ido allá, de manera que se reunieron y le tendieron una emboscada a la puerta del poblado toda la noche; y se pasaron toda la noche diciéndose unos a otros: “Cuando se haga de día, lo mataremos”.

3 Pero Shimshón se quedó en la cama solamente hasta la media noche. A media noche se levantó, agarró los portones del poblado con todo y las dos jambas, y los arrancó junto con la tranca. Se los echó al hombro y los cargó hasta la cumbre de la colina que hay cerca de Jevrón.

Sansón y Dalila

4 Después de eso, se enamoró de una mujer en el valle de Soreq, llamada Delilah.

5 Los sátrapas de los pelishtinos subieron a donde ella y le dijeron: “Coacciónalo y averigua qué es lo que lo hace tan fuerte, y cómo podemos vencerlo, amarrarlo, tenerlo sujeto; y te daremos once mil siclos de plata”.

6 Así que Delilah le dijo a Shimshón: “Dime, ¿qué es lo que te hace tan fuerte? ¿Y cómo se te puede amarrar y tenerte sujeto”.

7 Shimshón contestó: “Si me ataran con siete tendones frescos que no se hayan secado, yo quedaría tan débil como un hombre ordinario”.

8 De manera que los sátrapas de los pelishtinos le trajeron siete tendones frescos que no se habían secado. Ella lo ató con ellos,

9 mientras una emboscada esperaba en su cuarto. Entonces ella lo llamó: “¡Shimshón, los pelishtinos te atacan!” Ante lo cual él rompió los tendones, como se rompe un hilo de estopa al toque del fuego. Y así siguió desconocido el secreto de su fuerza.

10 Entonces Delilah le dijo a Shimshón: “¡Ay, me engañaste; me mentiste! Dime ahora cómo es que se te puede atar”.

11 Él dijo: “Si me amarraran con sogas nuevas que nunca se hayan usado, quedaría tan débil como un hombre ordinario”.

12 Así que Delilah tomó unas sogas nuevas y lo amarró con ellas, mientras una emboscada esperaba en un cuarto. Y ella gritó: “¡Shimshón, los pelishtinos te atacan!” Pero él rompió como un hilo las cuerdas que ataban sus brazos.

13 Entonces le dijo Delilah a Shimshón: “¡Me has estado engañando todo el tiempo; me has estado mintiendo! Dime, ¿Cómo es que se te puede atar?” El le contestó: “Si entretejes siete mechones de mi cabeza en el telar, [y lo clavas con una estaca] en la pared, quedaré tan débil como un hombre ordinario”.

14 Así que Delilah lo puso a dormir y entretejió siete mechones de su cabeza en el telar y los clavó con una estaca [a la pared], y le gritó: “¡Shimshón, los pelishtinos te atacan!” Entonces él despertó de su sueño, arrancó la estaca, el tejedor y el telar.

15 Entonces ella le dijo: “¿Cómo puedes decir que me amas, si no confías en mí? Con esta van tres veces que me engañas y no me dices qué es lo que te hace tan fuerte”.

16 Finalmente, como ella lo importunaba y lo presionaba constantemente, él se sentía tan fastidiado que hasta [deseaba] la muerte,

17 y le confió todo a ella. Le dijo: “Ninguna navaja ha tocado jamás mi cabeza, porque he sido un nazareo para el Elohim desde que estaba en el vientre de mi madre. Si me cortaran el cabello, mi fuerza me abandonaría y yo quedaría tan débil como un hombre ordinario”.

18 Percibiendo que él le había confiado todo, Delilah mando a buscar a los sátrapas de los pelishtinos, con este mensaje: “Vengan enseguida, que él me ha confiado todo”. Y los sátrapas de los pelishtinos vinieron y trajeron el dinero con ellos.

19 Ella lo puso a dormir sobre sus piernas. Entonces mandó entrar a un hombre para que le cortara los siete mechones de su cabeza; así lo debilitó y lo dejó indefenso: sus fuerzas se le fueron.

20 Ella gritó: “¡Shimshón, los pelishtinos te atacan!” Y él se despertó’ del sueño, pensando que se soltaría y se liberaría como había hecho las otras veces. Porque no sabía que Yahweh se había apartado de él.

21 Los pelishtinos lo agarraron y le sacaron los ojos. Lo llevaron a Azah y lo sujetaron con cadenas de bronce, y vino a ser un esclavo de molino en la prisión.

22 Después que le cortaron el cabello, comenzó a crecerle otra vez.

Muerte de Sansón

23 Los sátrapas de los pelishtinos se reunieron para ofrecer un sacrificio a su deidad Dagón y a celebrar. Cantaban: “Nuestra deidad ha puesto en nuestras manos a Shimshón nuestro enemigo”.

24 Cuando la gente lo vio, entonaron alabanzas a su deidad, cantando: “Nuestra deidad ha puesto en nuestras manos al enemigo que devastó nuestros terrenos, y que mató a tantos de los nuestros”.

25 Tan contentos se sentían, que dijeron: “Llamen acá a Shimshón, y que baile para nosotros”. Sacaron a Shimshón de la prisión, y bailó para ellos. Luego lo pusieron entre las columnas.

26 Y Shimshón le dijo al muchacho que lo llevaba de la mano: “Déjame solo y ponme junto a las columnas sobre las que descansa el templo, para apoyarme en ellas”.

27 Ahora bien, el templo estaba lleno de hombres y mujeres; todos los sátrapas de los pelishtinos estaban presentes, y había como tres mil hombres y mujeres sobre el techo observando a Shimshón danzar.

28 Entonces Shimshón invocó a Yahweh: “¡Oh, Adonay Yahweh! Por favor, acuérdate de mí, y dame fuerzas aunque sea esta vez, oh ha"Elohim, para vengarme de los pelishtinos, aunque sea por uno de mis dos ojos”.

29 Abrazó las dos columnas centrales sobre las que descansaba el templo, una con su brazo derecho y otra con su brazo izquierdo, y se apoyó en ellas.

30 Shimshón gritó: “¡Mueran conmigo los pelishtinos!” y empujo con todas sus fuerzas. El templo se desplomó sobre los sátrapas y sobre todos los que estaban allí. Fueron más los que mató al morir que los que había matado cuando vivía.

31 Sus hermanos y toda la familia de sus padre bajaron y lo enterraron en la tumba de su padre Manóaj, entre Tsorah y Eshtaol. Había dirigido a Yisrael por veinte años.