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Salmos 9 - Nueva Biblia Española (1975)


Acción de gracias por la justicia de Dios Al músico principal; sobre Mut-labén. Salmo de David.

1 ¡Señor, dueño nuestro, qué admirable eres tú en toda la tierra!

2 Te doy gracias, Señor, de todo corazón, proclamando todas tus maravillas;

3 me alegro y exulto contigo y toco en tu honor, oh Altísimo.

4 Porque mis enemigos retrocedieron, cayeron y desaparecieron de tu presencia;

5 diste sentencia en mi favor sentado en tu tribunal.

6 Reprendiste a los pueblos, destruiste al malvado borrando para siempre su apellido;

7 el enemigo acabó en ruina perpetua, arrasaste sus ciudades y se perdió su memoria.

8 Miren, el Señor reina eternamente, tiene establecido un tribunal para juzgar:

9 juzga el orbe con justicia y rige las naciones con rectitud.

10 El Señor es refugio del oprimido, su refugio en los momentos de peligro.

11 Confiarán en ti los que tienen trato contigo, porque tú no abandonas a los que te buscan, Señor.

12 Toquen para el Señor, que reina en Sión, narren sus hazañas a los pueblos:

13 el que venga la sangre se acuerda y no olvida los gritos de los oprimidos.

14 Piedad, Señor, mira cómo me oprimen mis enemigos, levántame del umbral de la muerte,

15 para que pueda proclamar tus alabanzas y celebrar tu victoria en la plaza de Sión.

16 Los pueblos se han hundido en la fosa que hicieron, su pie quedó escondido en la red que escondieron;

17 el Señor apareció para hacer justicia, y se enredó el malvado en sus propias acciones.

18 Vuelvan al abismo los malvados, los pueblos que olvidan a Dios.

19 El no olvida jamás al pobre ni la esperanza del humilde perecerá.

20 Levántate, Señor, que el hombre no triunfe, sean juzgadas las naciones en tu presencia;