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Salmos 65 - Nueva Biblia Española (1975)


La generosidad de Dios en la naturaleza Al músico principal. Salmo. Cántico de David.

1 Oh Dios, tú mereces un himno en Sión

2 y a ti se te cumplen los votos, porque tú escuchas las súplicas;

3 a ti acude todo mortal, a causa de sus culpas; nuestros delitos nos abruman, pero tú los perdonas.

4 Dichoso el que tú eliges y acercas para que viva en tus atrios: que nos saciemos de los bienes de tu casa, de los dones sagrados de tu templo.

5 Con portentos de justicia nos respondes, Dios, Salvador nuestro; tú, esperanza del confín de la tierra y del océano remoto;

6 tú, que afianzas los montes con tu fuerza, ceñido de poder;

7 tú, que reprimes el estruendo del mar, el estruendo de las olas y el tumulto de los pueblos.

8 Los habitantes del extremo del orbe se sobrecogen ante tus signos, y a las puertas de la aurora y del ocaso las llenas de júbilo.

9 Tú cuidas de la tierra, la riegas y la enriqueces sin medida; la acequia de Dios va llena de agua, preparas sus trigales,

10 así la preparas: riegas los surcos, igualas los terrones, tu llovizna los deja esponjosos, bendices sus brotes;

11 coronas el año con tus bienes, tus carriles rezuman abundancia;

12 rezuman los pastos del páramo y las colinas se orlan de alegría;

13 las praderas se cubren de rebaños y los valles se visten de mieses que aclaman y cantan.