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Salmos 31 - Nueva Biblia Española (1975)


Acción de gracias por haber sido librado de la muerte Salmo cantado en la dedicación de la Casa. Salmo de David.

1 A ti, Señor, me acojo, no quede yo nunca defraudado; tú que eres justo ponme a salvo,

2 préstame oído, ven aprisa a librarme, sé mi roca de refugio, alcázar que me salve;

3 porque tú eres mi peña y mi alcázar, haz honor a tu nombre, dirígeme y guíame;

4 sácame de la red que me han tendido, porque tú eres mi amparo.

5 En tus manos pongo mi vida: tú, Señor, el Dios fiel, me librarás.

6 Detesto a los que veneran ídolos vacíos, yo confío en el Señor;

7 tu lealtad será mi gozo y mi alegría. Te has fijado en mi aflicción, velas por mi vida en peligro;

8 no me has entregado al enemigo, me has dado espacio para moverme.

9 Piedad, Señor, que estoy en peligro: se consumen de pena mis ojos, mi garganta y mi vientre;

10 mi vida se gasta en la congoja, mis años en los gemidos; mi vigor decae con la aflicción, mis huesos se consumen.

11 Soy la burla de todos mis enemigos, la irrisión de mis vecinos, el espanto de mis conocidos: me ven por la calle y escapan de mí.

12 Me han olvidado como a un muerto, soy un cacharro inútil.

13 Oigo a muchos motejarme: "Pájaro de mal agüero", se conjuran contra mí y traman quitarme la vida.

14 Pero yo confío en ti, Señor; te digo "tú eres mi Dios".

15 En tu mano están mis azares, líbrame de los enemigos que me persiguen;

16 muestra a tu siervo tu rostro radiante y sálvame por tu lealtad.

17 Señor, que no me avergüence de haberte invocado, que se avergüencen los malvados y bajen mudos al abismo;

18 queden mudos los labios mentirosos, que profieren insolencias contra el justo con soberbia y desprecio.

19 Qué bondad tan grande, Señor, reservas para tus fieles, y despliegas, a la vista de todos, con los que a ti se acogen;

20 en tu asilo personal los escondes de las conjuras humanas, los ocultas en tu tienda frente a las lenguas pendencieras.

21 Bendito el Señor, que ha hecho por mí prodigios de lealtad en la ciudad amurallada.

22 Yo decía en mi ansiedad: "Me has echado de tu presencia"; pero tú escuchaste mi súplica cuando te pedí auxilio.

23 Amen al Señor, leales suyos; el Señor guarda a sus fieles y paga con creces a los soberbios.

24 Sean valientes y animosos los que esperan en el Señor.