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Jueces 16 - Nueva Biblia Española (1975)


Sansón en Gaza

1 Sansón fue a Gaza, vio allí una prostituta y entró en su casa.

2 Corrió la voz entre los de Gaza: ¡Ha venido Sansón! Entonces lo cercaron y se apostaron junto a la puerta de la ciudad. Toda la noche estuvieron tranquilos, diciéndose: Al amanecer lo matamos.

3 Sansón estuvo acostado hasta medianoche; a medianoche se levantó, agarró las hojas de la puerta de la ciudad con sus jambas, las arrancó con cerrojos y todo, se las cargó a la espalda y las subió a la cima del monte, frente a Hebrón.

Sansón y Dalila

4 Más tarde se enamoró Sansón de una mujer de Vallesorec, llamada Dalila.

5 Los príncipes filisteos fueron a visitarla y le dijeron: Sedúcelo y averigua en qué está su gran fuerza y cómo nos apoderaríamos de él para sujetarlo y domarlo. Te daremos cada uno mil cien siclos de plata.

6 Dalila le dijo a Sansón: Anda, dime el secreto de tu gran fuerza y cómo se te podría sujetar y domar.

7 Sansón le respondió: Si me atan con siete cuerdas humedecidas, sin dejarlas secar, perderé la fuerza y seré como uno cualquiera.

8 Los príncipes filisteos le llevaron a Dalila siete cuerdas humedecidas, sin dejarlas secar, y lo ató con ellas.

9 Se apostaron al acecho en la alcoba, y ella gritó: ¡Sansón, los filisteos! El rompió las cuerdas como se rompe un cordón de estopa chamuscada, y no se supo el secreto de su fuerza.

10 Dalila se le quejó: Vaya, me has engañado; me has dicho una mentira. Anda, dime cómo se te puede sujetar.

11 El respondió: Si me atan bien con cuerdas nuevas, sin estrenar, perderé la fuerza y seré como uno cualquiera.

12 Dalila tomó cuerdas nuevas y lo ató con ellas. Y le gritó: ¡Sansón, los filisteos! (Estaban apostados al acecho en la alcoba). Pero él rompió las cuerdas de sus brazos, como si fueran un hilo.

13 Dalila se le quejó: Hasta ahora me has engañado, me has dicho una mentira. Anda, dime cómo se te puede sujetar. El respondió: Si trenzas los siete mechones de mi cabeza con la urdimbre y los fijas con el batidor, perderé la fuerza y seré como uno cualquiera.

14 Dalila lo dejó dormirse y le trenzó los siete mechones de la cabeza con la urdimbre y los fijó con el batidor, y le gritó: ¡Sansón, los filisteos! El despertó y arrancó el batidor y la urdimbre."

15 Ella se le quejó: ¡Y luego dices que me quieres, pero tu corazón no es mío! Es la tercera vez que me engañas y no me dices el secreto de tu fuerza.

16 Y como lo importunaba con sus quejas día tras día hasta marearlo, Sansón, ya desesperado,

17 le dijo su secreto: Nunca ha pasado la navaja por mi cabeza, porque estoy consagrado a Dios desde antes de nacer. Si me corto el pelo perderé la fuerza, me quedaré débil y seré como uno cualquiera.

18 Dalila se dio cuenta de que le había dicho su secreto, y mandó llamar a los principes filisteos: Vengan ahora, que me ha dicho su secreto. Los principes fueron allá, con el dinero.

19 Dalila dejó que Sansón se durmiera en sus rodillas, y entonces llamó a un hombre, que cortó los siete mechones de la cabeza de Sansón, y Sansón empezó a debilitarse, su fuerza desapareció.

20 Dalila gritó: ¡Sansón, los filisteos! El despertó y se dijo: Saldré como otras veces y me los sacudiré de encima (sin saber que el Señor lo había abandonado).

21 Los filisteos lo agarraron, le vaciaron los ojos y lo bajaron a Gaza; lo ataron con cadenas y lo tenían moliendo grano en la cárcel.

22 (Pero el pelo de la cabeza le empezó a crecer después de cortado).

Muerte de Sansón

23 Los príncipes filisteos se reunieron para tener un gran banquete en honor de su dios Dagón y hacer fiesta. Cantaban: "Nuestro dios nos ha entregado a Sansón, nuestro enemigo".

24 La gente al verlo alabó a su dios: "Nuestro dios nos ha entregado a Sansón, nuestro enemigo, que asolaba nuestros campos y aumentaba nuestros muertos".

25 Cuando ya estaban alegres, dijeron: Saquen a Sansón, que nos divierta. Sacaron a Sansón de la cárcel, y bailaba en su presencia. Luego lo plantaron entre las columnas.

26 Sansón rogó al lazarillo: Déjame tocar las columnas que sostienen el edificio para apoyarme en ellas.

27 (La sala estaba repleta de hombres y mujeres; estaban allí todos los príncipes filisteos, y en la galería había unos tres mil trescientos hombres y mujeres, viendo bailar a Sansón).

28 El gritó al Señor: ¡Señor, acuérdate de mí! Dame la fuerza al menos esta vez para poder vengar en los filisteos, de un solo golpe, la pérdida de los dos ojos.

29 Palpó las dos columnas centrales, apoyó las manos contra ellas, la derecha sobre una y la izquierda sobre la otra,

30 y al grito de "¡A morir con los filisteos!", abrió los brazos con fuerza, y el edificio se derrumbó sobre los príncipes y sobre la gente que estaba allí. Los que mató Sansón al morir fueron más que los que mató en vida.

31 Luego bajaron sus parientes y toda su familia, recogieron el cadáver y lo llevaron a enterrar entre Sorá y Estaol, en la sepultura de su padre, Manoj. Sansón había gobernado a Israel veinte años.