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Jueces 11 - Nueva Biblia Española (1975)


1 Jefté, el galaadita, era todo un guerrero, hijo de Galaad y de una prostituta.

2 Galaad tuvo otros hijos de su esposa legítima, y cuando llegaron a la mayoría de edad, echaron de casa a Jefté, diciéndole: Tú no puedes heredar en casa de nuestro padre, porque eres hijo de una mujer extraña.

3 Jefté marchó lejos de sus hermanos y se estableció en el país de Tob. Se le juntaron unos cuantos desocupados, que hacían incursiones bajo su mando.

4 Algún tiempo después los amonitas declararon la guerra a Israel.

5 Los concejales de Galaad fueron al país de Tob a buscar a Jefté,

6 suplicándole: Ven a ser nuestro caudillo en la guerra contra los amonitas,

7 pero Jefté les respondió: Ustedes, que por odio me echaron de casa, ¿por qué vienen a mí ahora que se ven en aprieto?

8 Los concejales de Galaad le contestaron: Así es. Ahora nos dirigimos a ti para que vengas con nosotros a luchar contra los amonitas. Serás jefe nuestro, de todos los que estamos en Galaad.

9 Jefté les dijo: ¿De modo que me llaman para luchar contra los amonitas? Pues si el Señor me los entrega, seré jefe de ustedes.

10 Le respondieron: Que el Señor nos juzgue si no hacemos lo que dices.

11 Jefté marchó con los concejales de Galaad. El pueblo lo nombró jefe y caudillo, y Jefté juró el cargo ante el Señor, en Atalaya.

12 Luego despachó unos emisarios al rey de los amonitas con esta embajada: ¿Qué te he hecho yo para que vengas contra mí, a hacer la guerra a mi país?

13 El rey de los amonitas contestó a los emisarios de Jefté. Israel, cuando venía de Egipto, se apoderó de mi país, desde el Arnón hasta el Yaboc y el Jordán; así que ahora devuélvemelo por las buenas.

14 Jefté envió una segunda embajada al rey de los amonitas,

15 con esta respuesta: Así dice Jefté: Los israelitas no se apoderaron del país de Moab ni del país de Amón,

16 sino que al venir de Egipto marcharon por el desierto hasta el Mar Rojo y llegaron a Cades.

17 Enviaron emisarios al rey de Edom pidiéndole que les dejara atravesar el país, pero el rey de Edom no hizo caso. Mandaron también emisarios al rey de Moab y tampoco quiso. Entonces los israelitas se instalaron en Cades.

18 Luego anduvieron por el desierto, bordeando Edom y Moab; llegaron a la parte oriental de Moab y acamparon en la otra orilla del Arnón, sin violar la frontera (pues el Arnón es la frontera de Moab).

19 Enviaron emisarios a Sijón, rey de los amorreos, que reinaba en Jesbón, pidiendo que les dejara atravesar su territorio, de paso hacia nuestra tierra;

20 pero Sijón, no fiándose de la petición de Israel de cruzar su frontera, reunió sus tropas, acampó en Yasá y presentó batalla a Israel.

21 El Señor, Dios de Israel, entregó a Sijón y todas sus tropas en poder de Israel, que los derrotó y tomó posesión de las tierras de los amorreos que habitaban aquella región.

22 Tomaron posesión de la demarcación de los amorreos, desde el Arnón hasta Yaboc y desde el desierto hasta el Jordán.

23 Pues bien, si el Señor, Dios de Israel, expulsó a los amorreos ante su pueblo, Israel, ¿tú ahora quieres expulsarnos?

24 Ya tienes lo que te asignó tu dios Camós, lo mismo que nosotros tenemos lo que el Señor, nuestro Dios, nos ha asignado.

25 Vamos a ver, ¿vales tú más que Balac, hijo de Sipor, rey de Moab? ¿Se atrevió él a pleitear con Israel? ¿Le declaró la guerra?

26 Cuando Israel se instaló en el municipio de Jesbón y en el Aroer y en los pueblos que bordean el Arnón, hace trescientos años, ¿por qué entonces no los libraron?

27 Así que yo no te he faltado. Eres tú quien me ofende declarándome la guerra. ¡Que el Señor sentencie hoy como juez entre israelitas y amonitas!

28 Pero el rey de los amonitas no quiso hacer caso al mensaje de Jefté.

29 El espíritu del Señor vino sobre Jefté, que atravesó Galaad y Manases, pasó a Atalaya de Galaad, de allí marchó contra los amonitas

30 e hizo un voto al Señor: Si entregas a los amonitas en mi poder,

31 el primero que salga a recibirme a la puerta de mi casa, cuando vuelva victorioso de la campaña contra los amonitas, será para el Señor, y lo ofreceré en holocausto.

32 Luego marchó a la guerra contra los amonitas. El Señor se los entregó:

33 los derrotó desde Aroer hasta la entrada de Minit (veinte pueblos) y hasta Pradoviñas. Fue una gran derrota, y los amonitas quedaron sujetos a Israel.

34 Jefté volvió a su casa de Atalaya. Y fue precisamente su hija quien salió a recibirlo, con panderos y danzas; su hija única, pues Jefté no tenía más hijos o hijas.

35 En cuanto la vio, se rasgó la túnica gritando: ¡Ay hija mía, qué desdichado soy! Tú eres mi desdicha, porque hice una promesa al Señor y no puedo volverme atrás.

36 Ella le dijo: Padre, si hiciste una promesa al Señor, cumple lo que prometiste, ya que el Señor te ha permitido vengarte de tus enemigos.

37 Y le pidió a su padre: Dame este permiso: déjame andar dos meses por los montes, llorando con mis amigas, porque quedaré virgen.

38 Su padre le dijo: Vete. Y la dejó marchar dos meses, y anduvo con sus amigas por los montes, llorando porque iba a quedar virgen.

39 Acabado el plazo de los dos meses, volvió a casa, y su padre cumplió con ella el voto que había hecho. La muchacha era virgen.

40 Así empezó en Israel la costumbre de que todos los años vayan las chicas israelitas a cantar elegías durante cuatro días a la hija de Jefté, el galaadita.