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Josué 7 - Nueva Biblia Española (1975)


El pecado de Acán

1 Pero los israelitas cometieron un pecado con lo consagrado. Porque Acán, hijo de Carmí, de Zabdí, de Zéraj, de la tribu de Judá, robo de lo consagrado. Y el Señor se encolerizó contra Israel.

2 Josué envió gente desde Jericó hacia Ay, al este de Betel, con esta orden: Vayan a reconocer la comarca.

3 Fueron, hicieron el reconocimiento y, al volver, dijeron a Josué: No hace falta que vaya toda la tropa; bastan unos dos mil o tres mil para conquistar la ciudad. No canses a toda la tropa en este ataque, que ellos son pocos.

4 Entonces fueron hacia Ay unos tres mil del ejército; pero tuvieron que huir ante los de Ay,

5 que les hicieron unas treinta y seis bajas y los persiguieron desde las puertas de la ciudad hasta Las Canteras, derrotándolos en la cuesta. El valor del ejército se deshizo en agua.

6 Josué se rasgó el manto, cayó rostro en tierra ante el arca del Señor y estuvo así hasta el atardecer, junto con los concejales de Israel, echándose polvo a la cabeza.

7 Josué oró: ¡Ay Señor mío! ¿Para qué hiciste pasar el Jordán a este pueblo, para entregarnos después a los amorreos y exterminarnos? ¡Ojala nos hubiéramos quedado al otro lado del Jordán!

8 ¡Perdón, Señor! ¿Qué voy a decir después que Israel ha vuelto la espalda ante el enemigo?

9 Le oirán los cananeos y toda la gente del país, nos cercarán y borrarán nuestro nombre de la tierra. ¿Y qué harás tú con tu nombre ilustre?

10 El Señor le respondió: Anda, levántate. ¿Qué haces ahí, caído rostro en tierra?

11 Israel ha pecado, han quebrantado el pacto que yo estipulé con ellos, han tomado de lo consagrado, han robado, han disimulado escondiéndolo entre su ajuar.

12 No podrán los israelitas resistir a sus enemigos, les volverán la espalda, porque se han hecho execrables. No estaré más con ustedes mientras no extirpen la execración de en medio de ustedes. Levántate, purifica al pueblo, diles:,

13 Purifíquense para mañana, porque así dice el Señor, Dios de Israel: "¡Hay algo execrable dentro de ti, Israel! No podrán resistir a sus enemigos mientras no extirpen la execración de en medio de ustedes".

14 Por la mañana se acercarán por tribus. La tribu que el Señor indique por sorteo se acercará por clanes; el clan que el Señor indique por sorteo se acercará por familias; la familia que el Señor indique por sorteo se acercará por individuos.

15 El que sea sorprendido con algo consagrado, será quemado con todos sus bienes, por haber quebrantado el pacto del Señor y haber cometido una infamia en Israel.

16 Josué madrugó y mandó a los israelitas acercarse por tribus. La suerte cayó en la tribu de Judá.

17 Se fue acercando la tribu de Judá por clanes, y la suerte cayó en el clan de Zéraj. Se fue acercando el clan de Zéraj por familias, y la suerte cayó eh la familia de Zabdí.

18 Se fue acercando la familia de Zabdí por individuos, y la suerte cayó en Acán, hijo de Carmí, de Zabdi, de Zéraj, de la tribu de Judá.

19 Josué le dijo: Hijo mío, glorifica al Señor, Dios de Israel, haciendo tu confesión. Dime lo que has hecho, no me ocultes nada.

20 Acán respondió: Es verdad, he pecado contra el Señor, Dios de Israel. He hecho esto y esto:

21 vi entre los despojos un manto babilonio muy bueno, doscientas monedas de plata y una barra de oro de medio kilo; se me fueron los ojos y lo tomé. Mira, está todo escondido en un hoyo en medio de mi tienda, el dinero debajo.

22 Josué mandó a unos que fueran corriendo a la tienda de Acán: todo estaba allí escondido, el dinero debajo.

23 Lo sacaron de la tienda, se lo llevaron a Josué y a los israelitas y lo depositaron ante el Señor.

24 Josué tomó a Acán, hijo de Zéraj (con el dinero, el manto y la barra de oro), a sus hijos e hijas, sus bueyes, burros y ovejas, y su tienda con todos sus bienes. En compañía de todo Israel los subió al Valle de la Desgracia,

25 y Josué dijo: ¡El Señor te haga sufrir hoy mismo la desgracia que nos has acarreado! Todos los israelitas apedrearon a Acán. Luego lo quemaron y lo cubrieron de piedras.

26 Después levantaron encima un montón de piedras, que todavía hoy se conserva. Y el Señor aplacó el incendio de su ira. Por eso aquel sitio se llama hasta hoy Valle de la Desgracia.