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Salmos 40 - Biblia Reina Valera 2004


2 Y me sacó del pozo de la desesperación, del lodo cenagoso; Y puso mis pies sobre peña, y enderezó mis pasos.

3 Puso luego en mi boca cántico nuevo, alabanza a nuestro Dios. Verán esto muchos, y temerán, Y confiarán en Jehová.

4 Bienaventurado el hombre que pone en Jehová su confianza, Y no mira a los soberbios, ni a los que se desvían a la mentira.

5 Has aumentado, oh Jehová Dios mío, tus maravillas; Y tus pensamientos para con nosotros, No te los podremos contar: Si yo anunciare y hablare de ellos, No pueden ser enumerados.

6 Sacrificio y presente no te agrada; Has abierto mis oídos; Holocausto y expiación no has demandado.

7 Entonces dije: He aquí, vengo; En el rollo del libro está escrito de mí:

8 El hacer tu voluntad, Dios mío, me ha agradado; Y tu ley está en medio de mis entrañas.

9 He predicado justicia en grande congregación: He aquí no detuve mis labios, Jehová, tú lo sabes.

10 No encubrí tu justicia dentro de mi corazón: Tu verdad y tu salvación he dicho: No oculté tu misericordia y tu verdad en grande congregación.

11 Tú, Jehová, no apartes de mí tus misericordias: Tu misericordia y tu verdad me guarden siempre.

12 Porque me han rodeado males hasta no haber cuento: Me han alcanzado mis maldades, y no puedo levantar la vista: Se han aumentado más que los cabellos de mi cabeza, y mi corazón me falla.

13 Quieras, oh Jehová, librarme; Jehová, apresúrate a socorrerme.

14 Sean avergonzados y confusos a una los que buscan mi vida para cortarla: Vuelvan atrás y avergüéncense los que mi mal desean.

15 Sean asolados en pago de su afrenta Los que me dicen: ¡Ea, ea!

16 Gócense y alégrense en ti todos los que te buscan; Y digan siempre los que aman tu salvación: Jehová sea engrandecido.

17 Aunque afligido yo y necesitado, Jehová pensará en mí: Mi ayuda y mi libertador eres tú; Dios mío, no te tardes.