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1 Samuel 26 - Biblia Reina Valera 2000


David perdona la vida a Saúl en Zif

1 Y vinieron los zifeos a Saúl en Gabaa, diciendo: ¿No está David escondido en el collado de Haquila delante del desierto?

2 Saúl entonces se levantó, y descendió al desierto de Zif, llevando consigo tres mil hombres escogidos de Israel, para buscar a David en el desierto de Zif.

3 Y asentó Saúl el campamento en el collado de Haquila, que [está] delante del desierto junto al camino. Y estaba David en el desierto, y entendió que Saúl le seguía en el desierto.

4 David, por tanto envió espías, y entendió por cierto que Saúl venía.

5 Y se levantó David, y vino al sitio donde Saúl había asentado el campamento; y miró David el lugar donde dormía Saúl, y Abner hijo de Ner, general de su ejército. Y Saúl dormía en la trinchera, y el pueblo estaba por el campamento en derredor de él.

6 Entonces habló David, y dijo a Ahimelec heteo, y a Abisai hijo de Sarvia, hermano de Joab, diciendo: ¿Quién descenderá conmigo a Saúl al campamento? Y dijo Abisai: Yo descenderé contigo.

7 David, pues, y Abisai vinieron al pueblo de noche; y he aquí Saúl que estaba tendido durmiendo en la trinchera, y su lanza hincada en tierra a su cabecera; y Abner y el pueblo estaban alrededor de él tendidos.

8 Entonces dijo Abisai a David: Hoy ha entregado Dios a tu enemigo en tus manos; ahora, pues, lo heriré presto con la lanza, y [lo enclavaré] en la tierra de un golpe, y no segundaré.

9 Y David respondió a Abisai: No le mates; porque ¿quién extendió su mano contra el ungido del SEÑOR, y fue inocente?

10 Dijo además David: Vive el SEÑOR, que si el SEÑOR no lo hiriere, o que su día llegue para que muera, o que descendiendo en batalla perezca,

11 me guarde el SEÑOR de extender mi mano contra el ungido del SEÑOR; pero toma ahora la lanza que [está] a su cabecera, y la botija del agua, y vámonos.

12 Se llevó, pues, David la lanza y la botija de agua de la cabecera de Saúl, y se fueron; que no hubo nadie que viese, ni entendiese, ni velase, pues todos dormían; porque un profundo sueño enviado del SEÑOR había caído sobre ellos.

13 Y pasando David al otro lado, se puso fuera del camino en la cumbre del monte, habiendo gran distancia entre ellos;

14 y dio voces David al pueblo, y a Abner hijo de Ner, diciendo: ¿No respondes, Abner? Entonces Abner respondió y dijo: ¿Quién [eres] tú que das voces al rey?

15 Y dijo David a Abner: ¿No eres varón tú? ¿Y quién [hay] como tú en Israel? ¿Por qué, pues, no has guardado al rey tu señor? Que ha entrado uno del pueblo a matar a tu señor el rey.

16 Esto que has hecho, no está bien. Vive el SEÑOR, que sois dignos de muerte, que no habéis guardado a vuestro señor, al ungido del SEÑOR. Mira, pues, ahora dónde [está] la lanza del rey, y la botija del agua que [estaba] a su cabecera.

17 Y conociendo Saúl la voz de David, dijo: ¿No [es] ésta tu voz, hijo mío David? Y David respondió: Mi voz [es], rey señor mío.

18 Y dijo: ¿Por qué persigue así mi señor a su siervo? ¿Qué he hecho? ¿Qué mal [hay] en mi mano?

19 Ruego, pues, que el rey mi señor oiga ahora las palabras de su siervo. Si el SEÑOR te incita contra mí, huela él el [olor del] sacrificio; mas si [fueren] hijos de hombres, malditos [sean] ellos en presencia del SEÑOR, que me han echado hoy para que no me junte en la heredad del SEÑOR, diciendo: Ve y sirve a dioses ajenos.

20 No caiga, pues, ahora mi sangre en tierra delante del SEÑOR; porque ha salido el rey de Israel a buscar una pulga, [así] como quien persigue una perdiz por los montes.

21 Entonces dijo Saúl: He pecado; vuélvete, hijo mío David, que ningún mal te haré más, pues que mi vida ha sido estimada hoy en tus ojos. He aquí, [yo] he hecho locamente, y he errado mucho [y] en gran manera.

22 Y David respondió, y dijo: He aquí la lanza del rey; pase acá uno de los criados, y tómela.

23 Y el SEÑOR pague a cada uno su justicia y su lealtad; que el SEÑOR te había entregado hoy en mi mano, mas yo no quise extender mi mano sobre el ungido del SEÑOR.

24 Y he aquí, como tu vida ha sido estimada hoy en mis ojos, así sea mi vida estimada en los ojos del SEÑOR, y me libre de toda aflicción.

25 Y Saúl dijo a David: Bendito [eres] tú, hijo mío David; sin duda ejecutarás [tú grandes empresas], y prevalecerás. Entonces David se fue su camino, y Saúl se volvió a su lugar.