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Jueces 9 - Biblia Castilian 2003


Reinado de Abimelec

1 Abimélec, hijo de Yerubaal, se fue a Siquén para estar con los hermanos de su madre. Y les habló, a ellos y a toda la familia de la casa paterna de su madre, en estos términos:

2 "Decid, por favor, a o dos de todos los principales de Siquén: "¿Qué es mejor para vosotros, que reinen sobre vosotros setenta hombres, hijos todos ellos de Yerubaal, o que reine sobre vosotros uno solo?". Y tened en cuenta que soy hueso vuestro y carne vuestra".

3 Los hermanos de su madre hicieron llegar estas palabras a todos los principales de Siquén, cuyo corazón se inclinó hacia Abimélec, pues se dec an: "Es nuestro hermano".

4 Le dieron setenta siclos de plata del templo de Baal Berit, con los que Abimélec tomó a sueldo a maleantes y aventureros que le siguieron.

5 Se dirigió entonces a casa de su padre, en Ofrá, y asesinó a sus hermanos, hijos de Yerubaal, setenta hombres, sobre una misma piedra. Sólo se salvó Jotán, el hijo menor de Yerubaal, porque logró ocultarse.

6 Reuniéronse luego todos los principales de Siquén y todo Bet Miló y proclamaron rey a Abimélec junto a la encina de la estela que hay en Siquén.

7 Cuando se lo anunciaron a Jotán, éste fue a situarse en la cima del monte Gariz n, levantó su voz, y les dijo a gritos: "¡Escuchadme, principales de Siquén, y que Dios os oiga!:

8 Pusiéronse en camino los árboles para ungir un rey. Dijeron al olivo: "¡Sé nuestro rey!".

9 Respondió el olivo: "¿Voy a privarme de mi pingüe jugo, con el cual, gracias a m, son honrados dioses y hombres, para ir a mecerme sobre los árboles?".

10 Dijeron entonces los árboles a la higuera: "¡Ven tú, y reina sobre nosotros!".

11 Pero la higuera les respondió: "¿Voy a renunciar a mi dulzura, a mis apetitosos frutos, para ir a mecerme sobre los árboles?".

12 Dijeron entonces los árboles a la vid: "¡Ven tú, y reina sobre nosotros!".

13 Pero la vid les respondió: "¿Voy a renunciar a mi mosto, que alegra a los dioses y a los hombres, para ir a mecerme sobre los árboles?".

14 Dijeron entonces los árboles todos a la zarza: "¡Ven tú, y reina sobre nosotros!".

15 Y la zarza respondió a los árboles: "Si de verdad me queréis ungir para que reine sobre vosotros, venid a refugiaros bajo mi sombra; de lo contrario, saldrá fuego de la zarza y devorará los cedros del L bano"".

16 "Ahora bien, ¿habéis procedido con verdad y con rectitud al elegir rey a Abimélec? ¿Os habéis portado bien con Yerubaal y con su casa? ¿Lo habéis tratado conforme a los méritos de sus hechos?

17 Mi padre combatió por vosotros, arriesgó su vida y os libró del poder de Madián.

18 Vosotros, en cambio, os habéis alzado hoy contra la casa de mi padre, habéis asesinado a sus hijos, setenta hombres, sobre una misma piedra, y habéis proclamado a Abimélec, hijo de su esclava, rey sobre los principales de Siquén, porque es hermano vuestro.

19 Si, pues, con verdad y con rectitud os habéis portado hoy con Yerubaal y con su casa, alegraos con Abimélec, y que él se alegre también con vosotros.

20 Pero, si no es as, que salga fuego de Abimélec y devore a los principales de Siquén y de Bet Miló, y que salga fuego de los principales de Siquén y de Bet Miló y devore a Abimélec."

21 Jotán huyó y se puso a salvo yéndose a Beer; donde se instaló, para estar lejos de su hermano Abimélec.

22 Abimélec dominó sobre Israel durante tres a os.

23 Pero Dios mandó un esp ritu malo de discordia entre Abimélec y los principales de Siquén, hasta el punto de que éstos traicionaron a Abimélec.

24 Se devolv a as la violencia hecha a los setenta hijos de Yerubaal y se hac a recaer la sangre de éstos sobre Abimélec, su hermano, que los hab a asesinado, y sobre los principales de Siquén, que le hab an ayudado a matar a sus hermanos.

25 Los principales de Siquén pusieron emboscadas en las cimas de los montes para desvalijar a cuantos pasaban junto a su camino. De ello se dio aviso a Abimélec.

26 Por aquel entonces, llegó Gaal, hijo de Ébed, con sus hermanos y, al pasar por Siquén, se ganó la confianza de los principales de Siquén.

27 Salieron, pues, éstos a la campi a, vendimiaron sus vi as, pisaron las uvas, organizaron gran fiesta y entraron en el templo de su dios; y mientras com an y beb an, maldec an a Abimélec.

28 Dijo entonces Gaal, hijo de Ébed: "¿Quién es Abimélec y qué es Siquén, para que les sirvamos? ¿Acaso no es hijo de Yerubaal, y no es Zebul su lugarteniente? Servid a los hombres de Jamor, padre de Siquén. Pero ¿por qué nosotros hemos de servirle a él?

29 ¡Quién me diera este pueblo en mis manos, para poder yo eliminar a Abimélec! Yo le dir a: refuerza tu ejército, y sal a luchar".

30 Al enterarse Zebul, gobernador de la ciudad, de las palabras de Gaal, hijo de Ébed, montó en cólera,

31 y con astucia envió emisarios a Abimélec para avisarle: "Mira que Gaal, hijo de Ébed, y sus hermanos, han llegado a Siquén y están soliviantando la ciudad contra ti.

32 As que sal de noche, tú y la tropa que está contigo, y tiende una emboscada en la campi a.

33 De ma ana, al salir el sol, parte en seguida y lánzate contra la ciudad; entonces, él y la gente que con él está saldrán hacia ti, y tú harás con él según lo que dicten las circunstancias".

34 Abimélec salió de noche con toda su gente, y tendieron una emboscada junto a Siquén, divididos en cuatro grupos.

35 Gaal, hijo de Ébed, salió y se detuvo a la entrada de la puerta de la ciudad; en aquel momento, surgieron Abimélec y sus tropas de la emboscada.

36 Divisó Gaal a la gente, y dijo a Zebul: "Mira la gente que baja de las cumbres de los montes". Zebul le respondió: "Son las sombras de los montes que te parecen hombres".

37 Volvió a decirle Gaal: "Mira cómo baja gente por el Ombligo de la Tierra y otro grupo viene por el camino de la Encina de los Adivinos".

38 Entonces Zebul le dijo: "¿Dónde están ahora tus fanfarronadas de cuando dec as: "¿Quién es Abimélec para que le sirvamos?"¿No es ésa la gente que despreciabas? Pues, ahora, sal a su encuentro y combate contra él".

39 Salió entonces Gaal al frente de los principales de Siquén, y presentó combate a Abimélec.

40 Abimélec persiguió a Gaal, pero éste consiguio escapar. Muchos de los suyos cayeron traspasados a la entrada de la puerta.

41 Después Abimélec se instaló en Arumá. Zebul expulsó a Gaal y a sus hermanos y no les permitió habitar en Siquén.

42 Al d a siguiente salió el pueblo al campo y se lo avisaron a Abimélec.

43 Tomó éste a su gente, la dividió en tres grupos y tendió una emboscada en el campo. Cuando vio que el pueblo sal a de la ciudad, se lanzó contra ellos y los derrotó.

44 Abimélec y su grupo atacaron y tomaron posiciones a la entrada de la puerta de la ciudad, mientras los otros dos grupos cargaron contra todos los que estaban en el campo y los derrotaron.

45 Abimélec atacó la ciudad durante todo aquel d a, se apoderó al fin de ella y dio muerte a toda su población. Después arrasó la ciudad, y la sembró de sal.

46 Al enterarse de esto, todos los principales, que estaban en la torre de Siquén se metieron en la cripta del templo de El Berit.

47 Avisaron a Abimélec que todos los principales de la torre de Siquén se hab an reunido all.

48 Entonces Abimélec subió al monte Salmón con toda su gente, tomó en su mano el hacha, cortó una rama de árbol y, levantándola, se la echó al hombro y dijo a su gente: "¡Daos prisa; haced lo que me habéis visto hacer!".

49 Y toda la gente cortó cada uno una rama, siguieron tras de Abimélec, echaron las ramas sobre la cripta y le prendieron fuego. As perecieron todos los que estaban en la torre de Siquén: unas mil personas entre hombres y mujeres.

50 Después Abimélec se dirigió a Tebés, la sitió y se apoderó de ella.

51 Hab a una torre fortificada en el centro de la ciudad, donde se refugiaron todos los hombres y mujeres y todos los principales de la ciudad, aseguraron los cerrojos y se subieron a la terraza de la torre.

52 Abimélec llegó hasta la torre para atacarla, y se acercó a la entrada de la misma con la intención de incendiarla.

53 Pero entonces, una mujer lanzó sobre la cabeza de Abimélec una muela de molino y le fracturó el cráneo.

54 Él llamó de inmediato a su joven escudero y le dijo: "Saca tu espada y remátame, para que nadie diga de m: "Una mujer lo ha matado"". Su escudero lo traspasó, y él murió.

55 Cuando los israelitas vieron que Abimélec hab a muerto, se fueron cada uno a su lugar.

56 As devolvió Dios a Abimélec el mal que hab a hecho a su padre cuando mató a sus setenta hermanos.

57 Y asimismo hizo Dios que todo el mal de los hombres de Siquén recayera sobre sus cabezas y que se cumpliera as sobre ellos la maldición de Jotán, hijo de Yerubaal.