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Jueces 16 - Biblia Castilian 2003


Sansón en Gaza

1 Luego Sansón se fue a Gaza. Vio all a una meretriz y se unió a ella.

2 Llegó la noticia a los de Gaza: "Sansón está aqu ". Entonces lo rodearon y estuvieron acechando durante toda la noche a la puerta de la ciudad. Esperaron callados toda la noche diciéndose para s: "Al despuntar la luz del d a lo mataremos".

3 Sansón estuvo durmiendo hasta la media noche. Luego, a media noche, se levantó, aferró las dos hojas de la puerta de la ciudad junto con las dos jambas y el cerrojo, las arrancó; se las echó sobre los hombros y las subió a la cima de la colina que está frente a Hebrón.

Sansón y Dalila

4 Después de esto, se enamoró de una mujer del valle de Sorec llamada Dalila.

5 Los pr ncipes de los filisteos fueron donde ella y le dijeron: "Sedúcelo y averigua cuál es el secreto de su gran fuerza, y cómo podr amos nosotros con él, para atarlo y tenerlo sujeto. Te dar amos cada uno mil cien siclos de plata".

6 Dalila dijo a Sansón: "Expl came cuál es el secreto de tu gran fuerza y con qué habr a que atarte para tenerte sujeto".

7 Le dijo Sansón: "Si me ataran con siete cuerdas de arco frescas y todav a húmedas, quedar a sin fuerza y ser a como un hombre cualquiera".

8 Los pr ncipes de los filisteos llevaron a la mujer siete cuerdas de arco frescas y todav a húmedas, y ella misma le ató con ellas.

9 Hab a en la alcoba hombres apostados en acecho; y ella gritó: "¡Sobre ti los filisteos, Sansón!". Él rompió las cuerdas como si fueran hilos de estopa consumidos por el fuego. As que no dio a conocer el secreto de su fuerza.

10 Dijo entonces Dalila a Sansón: "Te has burlado de m y me has dicho una mentira. Por favor, dime ahora con qué habr a que atarte".

11 Él respondió: "Si me ataran bien con cuerdas nuevas que no hubieran sido empleadas para otro uso, quedar a sin fuerzas y ser a como un hombre cualquiera".

12 Tomó entonces Dalila cuerdas nuevas, lo ató con ellas y gritó: "¡Sobre ti los filisteos, Sansón!". Hab a en la alcoba hombres apostados en acecho. Pero él rompió las cuerdas de sus brazos como un hilo.

13 Dijo entonces Dalila a Sansón: "Hasta aqu te has burlado de m, y sólo me has dicho mentiras. Por favor, d me ya cómo habr a que atarte". Él respondió: "Si entretejieras las siete trenzas de mi cabellera con hilo fuerte de tejer

14 y las fijaras con una clavija de tejedor, yo me quedar a sin fuerzas y ser a como un hombre cualquiera". Entonces ella consiguió que se durmiera; le tejió las siete trenzas de la cabellera con un hilo fuerte y las fijó con una clavija de tejedor. Luego le gritó: "¡Sobre ti los filisteos, Sansón!". Él se despertó al punto de su sue o y arrancó el tejido, la clavija y el telar.

15 Ella le dijo entonces: "¿Cómo puedes decir "te amo", si tu corazón no está conmigo? Es la tercera vez que te has burlado de m, pues todav a no me has declarado cuál es el secreto de tu gran fuerza".

16 Y tanto le importunaba y le agobiaba con sus palabras d a tras d a que su esp ritu decayó hasta sentir mortal hast o.

17 Por fin le descubrió su corazón y le dijo: "Jamás ha pasado sobre mi cabeza una navaja, porque soy nazireo de Dios desde el seno de mi madre. Si me rasuraran, la fuerza desaparecer a de m, quedar a debilitado y ser a como un hombre cualquiera".

18 Dalila comprendió que él le hab a abierto todo su corazón; mandó llamar a los pr ncipes de los filisteos y les dijo: "Subid esta vez, que ya me ha abierto todo su corazón". Los pr ncipes de los filisteos fueron adonde ella estaba, con el dinero en la mano.

19 Ella, por su parte, logró que él se durmiera sobre sus rodillas y, llamando a un hombre, hizo que le cortara las siete trenzas de su cabellera. Comenzó él a debilitarse, pues su fuerza se retiró de él.

20 Ella gritó: "¡Sobre ti los filisteos, Sansón!". Despertó él de su sue o y se dijo: "Saldré como otras veces y me libraré". No sab a que Yahveh se hab a retirado de él.

21 Los filisteos le prendieron y le sacaron los ojos; lo bajaron a Gazá y lo ataron con una doble cadena de bronce. Y en la prisión le hac an dar vueltas a la piedra de molino.

22 Pero el cabello de su cabeza, después de rapado, comenzó a crecer de nuevo.

Muerte de Sansón

23 Los pr ncipes de los filisteos se reunieron para ofrecer un gran sacrificio a Dagón, su dios, y regocijarse; pues ellos se dec an: - "Nuestro dios ha entregado en nuestras manos a Sansón, nuestro enemigo".

24 Y al verlo el pueblo, alababa a su dios, diciendo: "Nuestro dios ha entregado en nuestras manos a nuestro enemigo, al que devastaba nuestro pa s y multiplicaba nuestros muertos".

25 Y como sus corazones se sent an alegres dijeron: "Llamad a Sansón para que nos divierta". Trajeron a Sansón de la cárcel y les sirvió de diversión. Luego lo colocaron entre las columnas.

26 Dijo entonces Sansón a su lazarillo: "Déjame tocar las columnas que sostienen el edificio para apoyarme en ellas".

27 Estaba el edificio lleno de hombres y de mujeres, pues se hallaban all todos los pr ncipes de los filisteos. En la terraza hab a unas tres mil personas entre hombres y mujeres, disfrutando de la diversión que les produc a Sansón.

28 Sansón invocó a Yahveh y exclamó: "¡Se or m o, Yahveh, acuérdate de m y dame fuerzas sólo por esta vez, oh Dios, para que yo pueda de una vez vengarme de los filisteos por lo de mis ojos!".

29 Y palpando las dos columnas centrales que sosten an el edificio, se apoyó en ellas, en una con la mano derecha y en la otra con la izquierda.

30 Y exclamó Sansón: "¡Muera yo con los filisteos!". Empujó con fuerza y el edificio se desplomó sobre los pr ncipes y sobre toda la gente que en él hab a. As causó más muertos al morir que los que hab a matado en vida.

31 Bajaron luego sus hermanos y todos los de la casa de su padre y se lo llevaron. Lo subieron y lo sepultaron entre Sorá y Estaol, en la tumba de Manóaj, su padre. Hab a sido juez en Israel durante veinte a os.