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Salmos 10 - Biblia de Jerusalem 3-Edicion


Plegaria pidiendo la destrucción de los malvados

1 Lámed. ¿Por qué, Yahvé, te quedas lejos, te escondes en las horas de la angustia?

2 El orgullo del malvado acosa al desdichado, queda preso en la trampa que le ha urdido.

3 (Mem). Sí, de su ambición se jacta el malvado, el codicioso que bendice desprecia a Yahvé;

4 (Nun). el malvado dice altanero: "¡No hay Dios!", es todo lo que piensa.

5 En toda ocasión triunfan sus empresas, tus decisiones le traen sin cuidado, desprecia a todos sus rivales.

6 Dice para sí: "Jamás vacilaré"; como en desgracia no se ve,

7 maldice. (Sámek). (Pe). Su boca rebosa fraude y doblez, oculta su lengua maldad y perfidia;

8 se aposta al acecho entre las cañas, y asesina al inocente a escondidas. (Ain). Todo ojos, espía al desvalido,

9 acecha escondido como león en su guarida, acecha para atrapar al desdichado, atrapa al desdichado atrayéndolo a su red.

10 (Sade). Espía, se agazapa, se encoge, el desvalido cae en su poder;

11 dice para sí: "Dios se ha olvidado, oculta su rostro, no ha de ver jamás".

12 Qof. ¡Álzate, Yahvé, extiende tu mano! ¡Nunca te olvides de los desdichados!

13 ¿Por qué desprecia el malvado a Dios, diciendo para sí: "No vendrás a indagar"?

14 Res. Has visto la pena y la tristeza, las miras y las tomas en tu mano: el desvalido en ti se abandona, tú eres el auxilio del huérfano.

15 Sin. ¡Quiebra el brazo del malvado, persigue su impiedad sin dejar rastro!

16 ¡Yahvé es rey por siempre, por los siglos; han sido barridos los paganos de su tierra!

17 Tau. El deseo de los humildes tú escuchas, Yahvé, confortas su corazón, les prestas atención,

18 para hacer justicia al huérfano, al vejado. ¡Cese ya en su terror el hombre salido de la tierra!