Biblia Total


Jueces 9 - Biblia de Jerusalem 3-Edicion


Reinado de Abimelec

1 Abimélec, hijo de Yerubaal, marchó a Siquén, donde los hermanos de su madre, y les dijo a ellos y a todo el clan de la familia de su madre:

2 "Decid esto, por favor, a oídos de todos los señores de Siquén: ¿Qué es mejor para vosotros, que os estén mandando setenta hombres, todos los hijos de Yerubaal, o que os mande uno solo? Recordad además que yo soy de vuestros huesos y de vuestra carne."

3 Los hermanos de su madre hablaron de él en los mismos términos a todos los señores de Siquén, y su corazón se inclinó hacia Abimélec, porque se decían: "Es nuestro hermano."

4 Le dieron setenta siclos de plata del templo de Baal Berit, con los que Abimélec contrató a hombres miserables y vagabundos, que se fueron con él.

5 Fue entonces a casa de su padre, en Ofrá, y mató a sus hermanos, los hijos de Yerubaal, setenta hombres, sobre una misma piedra. Sólo escapó Jotán, el hijo menor de Yerubaal, porque se escondió.

6 Luego se reunieron todos los señores de Siquén y todo Bet Miló, y fueron y proclamaron rey a Abimélec junto al Terebinto de la estela que hay en Siquén.

7 Se lo anunciaron a Jotán, quien se colocó en la cumbre del monte Garizín, alzó la voz y clamó: "Escuchadme, señores de Siquén, y que Dios os escuche.

8 Los árboles se propusieron ungir a uno como su rey. Dijeron al olivo: Sé tú nuestro rey.

9 Les respondió el olivo: ¿Voy a renunciar a mi aceite con el que son honrados los dioses y los hombres, para ir a mecerme por encima de los árboles?

10 Los árboles dijeron a la higuera: Ven tú, reina sobre nosotros.

11 Les respondió la higuera: ¿Voy a renunciar a mi dulzura y a mi sabroso fruto, para ir a mecerme por encima de los árboles?

12 Los árboles dijeron a la vid: Ven tú, reina sobre nosotros.

13 Les respondió la vid: ¿Voy a renunciar a mi mosto, que alegra a los dioses y a los hombres, para ir a mecerme por encima de los árboles?

14 Todos los árboles dijeron a la zarza: Ven tú, reina sobre nosotros.

15 La zarza respondió a los árboles: Si con sinceridad venís a ungirme a mí para reinar sobre vosotros, llegad y cobijaos a mi sombra. Y si no es así, brote fuego de la zarza y devore los cedros del Líbano.

16 "Ahora pues, ¿habéis obrado con sinceridad y lealtad al elegir rey a Abimélec? ¿Os habéis portado bien con Yerubaal y su casa y le habéis tratado según el mérito de sus manos?

17 Mi padre combatió por vosotros, arriesgó su vida, os libró de la mano de Madián;

18 y vosotros os habéis alzado hoy contra la casa de mi padre, habéis matado a sus hijos, setenta hombres sobre una misma piedra, y habéis puesto por rey a Abimélec, el hijo de su esclava, sobre los señores de Siquén, por ser él vuestro hermano.

19 Si, pues, habéis obrado con sinceridad y lealtad con Yerubaal y con su casa en el día de hoy, que Abimélec sea vuestra alegría y vosotros la suya.

20 De lo contrario, que salga fuego de Abimélec y devore a los señores de Siquén y de Bet Miló; y que salga fuego de los señores de Siquén y Bet Miló y devore a Abimélec."

21 Y Jotán huyó, se puso a salvo y fue a Beer, donde se estableció, lejos del alcance de su hermano Abimélec.

22 Abimélec gobernó tres años en Israel.

23 Pero Dios envió un espíritu de discordia entre Abimélec y los señores de Siquén; y los señores de Siquén traicionaron a Abimélec,

24 para que el crimen cometido contra los setenta hijos de Yerubaal fuera vengado y su sangre cayera sobre su hermano Abimélec, que los había asesinado, y sobre los señores de Siquén, que le habían ayudado a asesinar a sus hermanos.

25 Los señores de Siquén prepararon contra él emboscadas en las cimas de los montes y saqueaban a todo el que pasaba cerca por el camino. Y se dio aviso a Abimélec.

26 Gaal, hijo de Obed, acompañado de sus hermanos, vino a pasar por Siquén y se ganó la confianza de los señores de Siquén.

27 Salieron éstos al campo a vendimiar sus viñas, pisaron las uvas, hicieron fiesta y entraron en el templo de su dios. Comieron y bebieron y maldijeron a Abimélec.

28 Entonces Gaal, hijo de Obed, exclamó: "¿Quién es Abimélec y qué es Siquén para que le sirvamos? ¿Por qué el hijo de Yerubaal, y Zebul, su lugarteniente, no han de servir a la gente de Jamor, padre de Siquén? ¿Por qué hemos de servirles nosotros?

29 ¡Quién pusiera este pueblo en mis manos! Yo echaría a Abimélec y le diría: Refuerza tu ejército y sal a la lucha."

30 Zebul, gobernador de la ciudad, se enteró de la propuesta de Gaal, hijo de Obed, y montó en cólera.

31 Envió secretamente mensajeros donde Abimélec, para decirle: "Mira que Gaal, hijo de Obed, con sus hermanos, ha llegado a Siquén y están soliviantando a la ciudad contra ti.

32 Por tanto, levántate de noche, tú y la gente que tienes contigo, y tiende una emboscada en el campo;

33 por la mañana temprano, en cuanto salga el sol, te levantas y te lanzas contra la ciudad. Cuando Gaal salga a tu encuentro con su gente, harás con él lo que te venga a mano."

34 Abimélec se levantó de noche con todas las tropas de que disponía y tendieron una emboscada frente a Siquén, repartidos en cuatro grupos.

35 Cuando Gaal, hijo de Obed, salió y se detuvo a la entrada de la puerta de la ciudad, Abimélec y la tropa que le acompañaba salieron de su emboscada.

36 Gaal vio la tropa y dijo a Zebul: "Mira la gente que baja de las cumbres de los montes." Zebul respondió: "Es la sombra de los montes lo que ves y te parecen hombres."

37 Gaal volvió a decir: "Mirad la gente que baja del lado del Ombligo de la Tierra, y otra partida llega por el camino de la Encina de los Adivinos."

38 Zebul le dijo entonces: "¿Qué has hecho de tu boca tú que decías: ¿Quién es Abimélec para que le sirvamos? ¿No es ésa la gente que despreciaste? Sal, pues, ahora y pelea contra ellos."

39 Gaal salió al frente de los señores de Siquén y presentó batalla a Abimélec.

40 Abimélec persiguió a Gaal, pero éste se le escapó; y muchos cayeron muertos antes de llegar a la puerta.

41 Abimélec habitó en Arumá; y Zebul expulsó a Gaal y a sus hermanos y no les dejó habitar en Siquén.

42 Al día siguiente el pueblo salió al campo. Se dio aviso de ello a Abimélec,

43 que tomó su tropa, la repartió en tres cuerpos y tendió una emboscada en el campo. Cuando vio que la gente salía de la ciudad, cayó sobre ellos y los derrotó.

44 Abimélec, con el cuerpo que estaba con él, atacó y tomó posiciones a la entrada de la puerta de la ciudad; los otros dos cuerpos se lanzaron contra todos los que estaban en el campo y los derrotaron.

45 Todo aquel día estuvo Abimélec atacando a la ciudad. Cuando la tomó, mató a la población, arrasó la ciudad y la sembró de sal.

46 Al saberlo, los vecinos de Migdal Siquén se metieron en la cripta del templo de El Berit.

47 Se comunicó a Abimélec que todos los señores de Migdal Siquén estaban juntos;

48 entonces Abimélec subió al monte Salmón, con toda su tropa, y tomando un hacha en sus manos, cortó una rama de árbol, la alzó y echándosela al hombro dijo a la tropa que le acompañaba: "¡De prisa! Lo que me habéis visto hacer, hacedlo también vosotros."

49 Y todos sus hombres cortaron cada uno su rama; luego siguieron a Abimélec, pusieron las ramas sobre la cripta y prendieron fuego a la cripta con ellos debajo. Así murieron también todos los habitantes de Migdal Siquén, unos mil hombres y mujeres.

50 Marchó Abimélec contra Tebés, la asedió y tomó.

51 Había en medio de la ciudad una torre fuerte, y en ella se refugiaron todos los hombres y mujeres, y todos los señores de la ciudad. Cerraron por dentro y subieron a la terraza de la torre.

52 Abimélec llegó hasta la torre, la atacó y alcanzó la puerta de la torre con ánimo de prenderla fuego.

53 Entonces una mujer le arrojó una muela de molino a la cabeza y le partió el cráneo.

54 Él llamó en seguida a su escudero y le dijo: "Desenvaina tu espada y mátame, para que no digan de mí: Lo ha matado una mujer." Su escudero lo atravesó y murió.

55 Cuando la gente de Israel vio que Abimélec había muerto, se volvió cada uno a su lugar.

56 Así devolvió Dios a Abimélec el mal que había hecho a su padre al matar a sus setenta hermanos.

57 Y también sobre la cabeza de la gente de Siquén hizo Dios caer toda su maldad. De este modo se cumplió en ellos la maldición de Jotán, hijo de Yerubaal.