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Hebreos 8 - Biblia de Jerusalem 3-Edicion


El mediador de un nuevo pacto

1 Este es el punto capital de cuanto venimos diciendo, que tenemos un sumo sacerdote tal, que se sentó a la diestra del trono de la Majestad en los cielos,

2 al servicio del santuario y de la Tienda verdadera, erigida por el Señor, no por un hombre.

3 Porque todo sumo sacerdote está constituido para ofrecer dones y sacrificios; de ahí que necesariamente también él tuviera que ofrecer algo.

4 Pues si estuviera en la tierra, ni siquiera sería sacerdote, habiendo ya quienes ofrezcan dones según la Ley.

5 Éstos dan culto en lo que es sombra y figura de realidades celestiales, según le fue revelado a Moisés al emprender la construcción de la Tienda: Mira, - se le dice - harás todo conforme al modelo que te ha sido mostrado en el monte.

6 Ahora bien, él ha obtenido un ministerio tanto mejor cuanto es mediador de una alianza mejor, como fundada en promesas mejores.

7 Pues si aquella primera hubiera sido irreprochable, no habría lugar para una segunda.

8 Porque les dice en tono de reproche: He aquí que vienen días, dice el Señor, en que yo concluiré con la casa de Israel y con la casa de Judá una nueva alianza,

9 no como la alianza que hice con sus padres el día en que los tomé de la mano para sacarlos de la tierra de Egipto. Como ellos no permanecieron en mi alianza, también yo me desentendí de ellos, dice el Señor.

10 Esta es la alianza que haré con la casa de Israel después de aquellos días, dice el Señor: Pondré mis leyes en su mente, en sus corazones las grabaré; y yo seré su Dios y ellos serán mi pueblo.

11 Y no habrá de instruir ni uno a su prójimo ni otro a su hermano diciendo: "¡Conoce al Señor!", pues todos me conocerán, desde el menor hasta el mayor de ellos.

12 Porque me apiadaré de sus iniquidades y de sus pecados no me acordaré ya.

13 Al decir nueva, declaró antigua la primera; y lo antiguo y viejo está a punto de desaparecer.